martes, 12 de febrero de 2013

¿Quo Vadis Domine?



Han pasado varias horas desde que recibimos la noticia. Ahora con más serenidad y después de haber dedicado un tiempo prudente a la oración quiero compartir algunas reflexiones.

En primer lugar quiero compartirles cómo fue que recibí la noticia de la renuncia del Santo Padre Benedicto XVI. No lo he de negar, la recibí con una tristeza profunda. Debo decir que me partió el corazón. Sin embargo, la tristeza no tiene la última palabra. La tristeza es una pasión natural en el hombre que se suscita ante la pérdida o la ausencia de un bien. En principio, no somos responsables de la pasión sino del dominio que ejercemos sobre ella a través de la voluntad dirigida por la razón. En nuestro caso la misma voluntad es perfeccionada por la caridad y la misma razón que la rige es perfeccionada por la fe. De modo que ante la presencia de aquella tristeza me encontraba llamado a una mirada más profunda y a una respuesta más generosa. 

Nos podríamos preguntar las razones de aquella tristeza y me parece que las respuestas son evidentes. En lo personal he llegado a tenerle un gran cariño al Santo Padre Benedicto XVI y una devoción filial. Es un hombre sumamente profundo y un gran maestro. Puedo decir que en cierto sentido, ha sido maestro de mi vocación. Ha sido el papa que me ha acompañado desde aquel Agosto del 2005 cuando decidí iniciar mi proceso de formación sacerdotal. Así, me ha enseñado no sólo a ser cristiano sino también a prepararme para el sacerdocio, y me ha dado un ejemplo digno de sacerdocio pleno y bello. El pensar en su renuncia nos pone ante la noticia del fin de su ministerio. Este hecho es sin duda algo doloroso desde cualquier punto de vista y por una razón muy sencilla: su persona es insustituible. Su ministerio ha sido un don para la Iglesia, único como él y naturalmente duele ver que haya llegado a su fin.

De modo que hay un dolor razonable. Me parece que no soy el único que ha experimentado este dolor en mayor o menor medida. Pero no basta comprender la razonabilidad de la pasión sino que hemos de ser capaces de comprenderla, y no sólo a ella, sino a todo el acontecimiento desde la mirada profunda que nos da la fe sobrenatural. Nosotros “sabemos bien en quien hemos puesto nuestra esperanza”. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo + nos ha redimido en el dolor con gran amor. Cuando el dolor, cuando el sacrificio externo e interno del sufrimiento es signo u ocasión de la manifestación de una realidad superior, el amor, la donación amorosa, entonces, la tristeza se convierte en dicha, el dolor se hace salvación. 

¿Qué quiero decir con esto? Pues varias cosas. En primer lugar que la tristeza que naturalmente experimentamos ante la renuncia del santo Padre, no es otra cosa que la expresión de nuestro amor al sucesor de Pedro, Benedicto XVI. Pero en segundo lugar, quiero decir que la renuncia misma es un acontecimiento doloroso no sólo para nosotros sino también para el Santo Padre: es su cruz. El papa ha renunciado por amor a la Iglesia, y lo ha hecho no con poco sufrimiento. Así, el papa ha abrazado la cruz que Dios le ofrecía. El papa nos ha dicho que ha orado mucho sobre esta decisión y ha actuado en conciencia de lo que el considera mejor para la Iglesia a pesar de todo el sufrimiento que le causaría. No ha antepuesto nada a lo que en conciencia ha discernido como la voluntad de Dios. ¿Quién podría negar que su renuncia es un acto de amor al ministerio petrino y a toda la iglesia? Ahora, más que en ninguno otro momento se ha negado a sí mismo y ha tomado la cruz.¿Cuál cruz? La que Dios le ofreció en su vida interior, una cruz única, sólo suya, distinta a la la mayoría de sus predecesores. 

Y esto es lo que debemos hacer sus hijos. El papa nunca hizo alarde de su categoría de soberano pontífice al contrario siempre actuó como el siervo de los siervos. Ahora, su testimonio ha llegado hasta el extremo, el humilde siervo de la viña del Señor, no actúa como quien merece algo sino como siervo inútil. Pero aquí la paradoja de Dios: el que se declara siervo es declarado por Dios “amigo”. El que se humilla será enaltecido. Él ahora dedicado a la plegaría es grano puesto en tierra. Y nosotros debemos de aceptar con amor su sacrificio aunque nos duela. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. 

¡Y cosecharemos entre cantares! Los frutos de un ministerio admirable y de un testimonio inquebrantable se dejarán ver prontamente. El digno sucesor del apóstol Pedro que ni las peores tempestades hicieron vacilar ha mantenido a la Iglesia firme en la fe, activa en la caridad y fortalecida en la esperanza. Su último acto de gobierno es su renuncia. Con la potestad petrina, con la autoridad del vicario de Cristo toma una decisión que refleja nuevamente su fe profunda y su esperanza sólida en el supremo pastor de la Iglesia Jesucristo Nuestro Señor. 

Esta es quizá su última enseñanza, el Papa Benedicto XVI nuevamente nos enseña a vivir de la fe en el Hijo de Dios que gobierna a la Iglesia a través del Espíritu Santo. Nos enseña a confiar en el Señor de la Historia que está presente en la Iglesia en todo momento y no la abandonará jamás. Es significativo que ha renunciado pocos días antes de la cuaresma de modo que nos ha invitado también a la oración y a la penitencia por nuestra propia conversión, por la Iglesia y por los señores cardenales. 

Así nos prepararemos en tiempo penitencial para vivir con mucha seriedad el acontecimiento eclesial que significa el cónclave y poder celebrar los sagrados misterios de la redención y vivir la alegría de la pascua en la tranquilidad y la paz del cayado de quien será el sucesor de Benedicto XVI. Es significativo, también, que al celebrar el 50 aniversario del CVII, un concilio que inició con un papa y culminó con otro, vivamos el año de la fe, año que ha iniciado con un papa y que terminará con otro. Todos estos signos nos llenan de esperanza y son ciertamente un consuelo para el porvenir.

He dicho que su persona en el ejercicio del ministerio petrino es insustituible y esto nos duele. Pero al mismo tiempo hay que afirmar que la Iglesia fundada misteriosamente en la sucesión ininterrumpida de los apóstoles es convocada y fortalecida por Dios de manera diferente en los distintos momentos de la historia. Cristo mismo embellece a su esposa y la enriquece suscitando la ofrenda generosa de personas santas consagradas al servicio de sus hermanos. Vendrá un nuevo don. El cenáculo apostólico, el colegio cardenalicio, iluminado con la luz de Cristo ofrendará prontamente un nuevo don para la Iglesia con la fuerza del espíritu para gloria del Padre y salvación de las almas. 

“¿Quo vadis Domine?” Dice una historia antigua que fueron las palabras que dirigió el apóstol Pedro ante la sorpresiva aparición de Nuestro Señor Jesucristo en aquella colina romana. La respuesta de Jesús no deja de ser sorpresiva: “voy a Roma a morir por ti nuevamente, ya que tu no quieres morir por mi”. Morir por Cristo es la exigencia de Jesús a Pedro. Y podríamos decir que es la exigencia de Jesús a todos los que quieran ser sus discípulos: “el que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y me siga” La cruz significa la muerte y el amor total. Y esto es precisamente lo que el papa ha querido. El papa no dejará Roma, se inmolará en el fuego de la plegaria y de la oración y se preparará para su muerte con amor. Al contrario de lo que algunos piensan, el papa no ha recibido ni recibirá estas palabras. Él, más bien, consciente de que ha llegado “su hora” ha decidido beber el cáliz amargo y consumar la ofrenda sacerdotal que ha hecho de su vida con la fragancia de la vida contemplativa y la oración de intercesión que serán sus últimas coronas. Ahí abraza la cruz el hombre de Dios ... y nosotros damos testimonio de que lo hace con amor: “sus obras lo acompañan”. Él quien siempre nos ha hablado “como quien tiene autoridad” nos da la última “cátedra” sobre cualquier “ministerio” en la vida de la Iglesia, no sólo porque ha sido un “siervo bueno y fiel” ni tampoco sólo porque “no ha querido ningún privilegio” sino sobre todo porque su vida misma ha sido y seguirá siendo una ofrenda para la Iglesia, una hostia, una oblación: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir, y a dar su vida como rescate por muchos”


ANDRÉS ESTEBAN LOPEZ RUIZ

andresestebanccr@ccr.org.mx
andresestebanlr.blogspot.mx@andresestebanlr

lunes, 11 de febrero de 2013

"Et portae inferi non praevalebunt"

 


Benitobonito
 

ORACIONES POR EL PAPA
“Orad para que no huya,
por miedo, ante los lobos”.
Benedicto XVI


I
Oh Dios, que en tu providencia quisiste edificar tu Iglesia sobre la roca de Pedro, príncipe de tus apóstoles, mira con amor a nuestro papa Benedicto XVI., y tú que lo has constituido sucesor de san Pedro, concédele la gracia de ser principio y fundamento visible de la unidad de fe y de comunión de tu pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

II
Oh Dios, pastor y guía de todos los fieles, mira con bondad a tu siervo Benedicto XVI, a quien has elegido pastor de tu Iglesia; concédele que su palabra y su ejemplo sean provechosos al pueblo que él preside, para que llegue a la vida eterna junto con el rebaño que le ha sido confiado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

III
Oh Dios, que para suceder al apóstol san Pedro elegiste a tu siervo Benedicto XVI como pastor de tu grey, escucha la plegaria de tu pueblo y haz que nuestro Papa, vicario de Cristo en la tierra, confirme en la fe a todos los hermanos, y que toda la Iglesia se mantenga en comunión con él por el vínculo de la unidad, del amor y de la paz, para que todos encuentren en ti, Pastor de los hombres, la verdad y la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

IV
Padre Nuestro que estás en los cielos, que todo lo gobiernas a través de tu Hijo Jesucristo ten piedad y misericordia de tu amadísimo hijo el Papa Benedicto XVI y concédele por tu infinita misericordia, larga vida y salud en abundancia, para encaminar al mundo por senderos de paz y justicia, de amor y prosperidad y de verdadera santidad. Dale a tu vicario en la tierra fuerza, protección y los dones del Espíritu para cumplir con la misión que le has encomendado. Gracias Señor por darnos al Papa, Danos la gracia de estar siempre con él, unidos a tu rebaño, la Iglesia Católica. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V
Oración a la Virgen por el Papa
¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos. Así sea.


El Papa Benedicto XVI renuncia al pontificado 'Ya no tengo fuerzas'





El papa Benedicto XVI anunció hoy que renunciará el 28 de febrero, durante un discurso pronunciado en latín durante una misa pública en el Vaticano en el marco del consistorio que se celebra estos días, informó un vocero de la Santa Sede.

"El Papa anunció que renunciará a su ministerio el 28 de febrero. Comenzará así un período de 'sede vacante'", precisó el padre Federico Lombardi, quien reconoció que se trata de una decisión "inédita" en la Iglesia Católica.

La noticia fue comunicada por el propio Joseph Ratzinger, de 85 años, en latín durante una misa en el Vaticano, en el marco del consistorio.

En su discurso, el Papa reconoció sentir el peso de la tarea que lleva a cabo. Manifestó así que meditó largamente su decisión y que, finalmente, la tomó por el bien de la Iglesia.

El decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, calificó el anuncio de "un rayo en medio de un cielo despejado". Benedicto XVI, que era pontífice desde 2005, había dicho que se imaginaba perfectamente dejar el cargo por motivos de salud.

Los cardenales habían sido convocados para decidir sobre una serie de beatificaciones.

EL ANUNCIO

"Los he convocado a este consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando", afirmó Benedicto XVI.

El hermano del Papa relató que el médico de Benedicto le había recomendado dejar de emprender viajes transatláticos y agregó que también tenía problemas para caminar. "Esto es un hecho natural. Mi hermano quiere más tranquilidad a su edad", comentó Georg Ratzinger.

LA SUCESIÓN

El Vaticano espera que el cónclave de cardenales, que todavía no ha sido convocado, elija al sucesor de Benedicto XVI en marzo, según anunció Lombardi.

Benedicto XVI se trasladará a la residencia de Castel Gandolfo cuando comience la sede vacante y una vez que haya nuevo papa se retirará a un monasterio de clausura dentro del Vaticano, según se informó oficialmente.

La sede vacante, es decir el tiempo que transcurre desde que un papa fallece, o renuncia, como ha anunciado Benedicto XVI, hasta que se elige al sucesor, comenzará el 28 de febrero de 2013 a las ocho de la tarde de Roma , según anunció el propio pontífice en su carta de renuncia.

En ese momento, el Sumo Pontífice se trasladará a la residencia de los papas de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma.

Durante el tiempo de sede vacante se realizará obras de acondicionamiento del apartamento papal.

El 19 de abril de 2005, Joseph Ratzinger llegó al papado para suceder a Juan Pablo II. El cardenal chileno Jorge Medina Estévez fue el encargado de revelar la identidad del sucesor de Juan Pablo II.
Minutos después, Ratzinger salió al balcón y pronunció un breve mensaje. "Los señores cardenales me han elegido como un simple trabajador de la viña del Señor", fue la primera frase del flamante Papa.

Agencias EFE, ANSA y DPA.

viernes, 1 de febrero de 2013

Vuelve la Misa de siempre



Luego de las vacaciones se celebrará la Santa Misa Tridentina en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario (Santo Domingo) el domingo 3 de febrero a las 17 horas. Deo Gratias!